
Círculos bíblicos en los barrios
Los Círculos Bíblicos son el espacio de encuentro, participación y comunión más cercano a la
realidad de la gente; que ofrece la tarea misional. La preocupación de la misión es ofrecer una
experiencia primera de la Iglesia como lugar de encuentro, en especial de los así llamados
“alejados”. Por lo mismo son encuentros de sensibilización, de aproximación, previos incluso a
toda evangelización explícita. Como lo hizo Cristo Resucitado con los peregrinos de Emaús, los
conduce hasta la puerta de entrada de la casa y espera ser invitado a entrar, dejando la
posibilidad de una respuesta libre.

Se parte, por tanto, de la experiencia de vida para descubrir cómo Dios nos habla desde ella
y convoca a todos hacia Cristo, plenitud de sentido de nuestra vida personal y comunitaria.
Luego, se hace el anuncio explícito del Evangelio, para confrontarlo de nuevo con la vida,
ofreciendo la oportunidad libre de respuesta.
NOVENA DE SAN JOSE

En el transcurrir de los días de la novena tendremos la oportunidad de descubrir que Dios nos invita, a través de San Lucas, San Pablo y de la Bula de convocatoria del Jubileo del Papa Francisco, a reflexionar y buscar configurarnos con su Hijo Jesucristo, y así desde el Padre misericordioso formar una comunidad de hermanos que caminen Juntos siendo peregrinos de esperanza, anunciadores de la Buena noticia…
PRIMER DIA DE LA NOVENA
La vida cristiana es camino de Esperanza al encuentro del Señor. Peregrinos de Esperanza.
“Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él
había desaparecido de su vista. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Lucas 24,28-32
En el primer día de la Novena nos lleva a reflexiona sobre el sentido de la vida cristiana. “Este entretejido de esperanza y paciencia muestra claramente cómo la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús. No es casual que la peregrinación exprese un elemento fundamental de todo acontecimiento jubilar. Ponerse en camino es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida. La peregrinación a pie favorece mucho el redescubrimiento del valor del silencio, del esfuerzo, de lo esencial.”
El Papa Francisco nos habla sobre los discípulos de Emaús “que iban por el camino triste decepcionados, pensaban una cosa y salió otra, su esperanza era humana se hacía pedazos. La Cruz izada en el Calvario era el signo más elocuente de una derrota que no habían pronosticado. Si realmente ese Jesús era según el Corazón de Dios, debían concluir que Dios era inerme, indefenso en las manos de los violentos, incapaz de ofrecer resistencia al mal.
Así, esa mañana del domingo, estos discípulos parten de Jerusalén. El encuentro de Jesús con ellos
parece ser del todo casual: se parece a uno de tantos cruces que suceden en la vida. Los dos discípulos caminan pensando y un desconocido se acerca a ellos. Es Jesús; pero sus ojos no son capaces de reconocerlo. Y entonces Jesús comienza su “terapia de esperanza”. Esto que sucede en este camino es una terapia de la esperanza. ¿Quién la hace? «Nosotros esperábamos, pero… Nosotros esperábamos…,
pero…» (v. 21). ¡Cuántas tristezas, cuántos derrotas, cuántos fracasos hay en la vida de cada persona!” 1
En el fondo, todos somos un poco como esos dos discípulos. Pero Jesús camina con todas las
personas, camina a la par nuestra. Solo tenemos que dejarnos acompañar para tener el corazón con alegría y esperanza.
Pidamos a nuestro Santo Patrono que nos conceda el don de descubrir a Cristo que camina a
nuestro lado y crecer en la esperanza de la Resurrección, que da sentido a nuestra vida.
SEGUNDO DIA DE LA NOVENA
La felicidad meta de toda vida del hombre por la misericordia
«Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor».
Romanos 8,38-39
El Papa Francisco se pregunta: ¿Qué será de nosotros, entonces, después de la muerte? Más allá de este umbral está la vida eterna con Jesús, que consiste en la plena comunión con Dios, en la contemplación y participación de su amor infinito. Lo que ahora vivimos en la esperanza, después lo veremos en la realidad. San Agustín escribía al respecto:
«Cuando me haya unido a Ti con todo mi ser, nada será para mí dolor ni pena. Será verdadera vida mi vida, llena de Ti». ¿Qué caracteriza, por tanto, esta comunión plena? El ser felices. La felicidad es la vocación del ser humano, una meta que atañe a todos. ¿Qué es la felicidad? ¿Qué felicidad esperamos y deseamos?
Necesitamos una felicidad que se realice definitivamente en aquello que nos plenifica, es decir, en el amor, para poder exclamar, ya desde ahora: Soy amado, luego existo; y existiré por siempre en el Amor que no defrauda y del que nada ni nadie podrá separarme jamás.
He aquí la importancia de la Reconciliación sacramental no es sólo una hermosa oportunidad espiritual, sino que representa un paso decisivo, esencial e irrenunciable para el camino de fe de cada uno. En ella permitimos que Señor destruya nuestros pecados, que sane nuestros corazones, que nos levante y nos abrace, que nos muestre su rostro tierno y compasivo. No hay mejor manera de conocer a Dios que dejándonos reconciliar con Él (cf. 2 Cor 5,20), experimentando su perdón. Y así alcanzar la felicidad.
Pidamos a nuestro santo Patrono poder gustar del abrazo de Dios que me hace feliz.
TERCER DIA DE LA NOVENA
Jesucristo, muerto y resucitado, es nuestra única Esperanza
Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. […] Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado»
Romanos 5,1-2.5
San Pablo debe enfrentar un gran desafío, en nombre del anuncio del Evangelio, el cual no conoce barreras ni confines. La Iglesia de Roma no había sido fundada por Pablo, pero él sentía vivo el deseo de llegar allí pronto para llevar a todos el Evangelio de Jesucristo, muerto y resucitado, como anuncio de la esperanza que realiza las promesas, conduce a la gloria y, fundamentada en el amor, no defrauda.
El Papa Francisco nos exhorta que, en estos días del Jubileo, días de amor, que se derrama a manos llenas, dejémonos envolver por el misterio de Jesús que, como grano de trigo, muriendo nos dona la vida. Es Él la semilla de nuestra esperanza.
Contemplamos el Crucifijo, fuente de Esperanza. Poco a poco entenderemos que esperar con Jesús es aprender a ver ya desde ahora la planta en la semilla, la Pascua en la cruz, la vida en la muerte. Nos invita a mirar la cruz y decirle: “Contigo nada está perdido.
Contigo puedo siempre esperar. Tú eres mi esperanza”. Porque el amor es el motor que hace ir adelante nuestra esperanza. Es decir, ¡Jesús está vivo! Este es el núcleo del mensaje cristiano. Anunciando este acontecimiento, que es el núcleo central de la fe, Pablo insiste sobre todo en el último elemento del misterio pascual, es decir en el hecho de que Jesús ha resucitado. Si efectivamente todo hubiera terminado con su muerte. Aceptar que Cristo murió, y murió crucificado, no es un acto de fe, es un hecho histórico. En cambio, creer que resucitó sí. Nuestra fe nace la mañana de Pascua. Ese el
núcleo del mensaje cristiano “Cristo nació, vivió, murió, pero resucitó”. ¿Y cuál es la victoria de Cristo Resucitado? La victoria del amor.
Roguemos a nuestro Patrono, interceda para que crezca mi esperanza en la
Resurrección.
CUARTO DIA DE LA NOVENA
La Esperanza cristiana se fundamenta en la Fe y se alimenta por la Caridad.
«¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? […] Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor»
Romanos 8,35. 37-39
El Papa Francisco nos invita a reflexionar que la esperanza efectivamente nace del amor y se funda en el amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la Cruz. El Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, es quien irradia en los creyentes la luz de la esperanza. Él la mantiene encendida como una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida.
La Esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino: He aquí porqué esta esperanza no cede ante las dificultades: porque se fundamenta en la fe y se nutre de
la caridad, y de este modo hace posible que sigamos adelante en la vida. San Agustín escribe al respecto: «Nadie, en efecto, vive en cualquier género de vida sin estas tres disposiciones del alma: las de creer, esperar, amar».
Roguemos la intercesión de nuestro Patrono: que nos ayuden a mantenernos fieles en la adversidad, para crecer la fe y en el amor.
QUINTO DIA DE LA NOVENA
El ancla de la Esperanza que no defrauda
«Nosotros, los que acudimos a él, nos sentimos poderosamente estimulados a aferrarnos a la esperanza que se nos ofrece. Esta esperanza que nosotros tenemos es como un ancla del alma, sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor».
Hebreos 6,18-20
El Papa Francisco nos dice que el texto de Hebreos es una invitación fuerte a no perder
nunca la Esperanza que nos ha sido dada, a abrazarla encontrando refugio en Dios. La imagen
del ancla es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos
encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades
nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace
capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte. Esta Esperanza, mucho
más grande que las satisfacciones de cada día y que las mejoras de las condiciones de vida, nos
transporta más allá de las pruebas y nos exhorta a caminar sin perder de vista la grandeza de la
meta a la que hemos sido llamados, el Cielo.
Por eso hermanos la esperanza cristiana es sólida, es por esto que no decepciona. Nunca, decepciona. ¡La esperanza no decepciona!
Pidamos a nuestro Patrono que en los momentos difíciles estemos anclados en la esperanza que da sentido a nuestras vidas: el Señor Jesucristo.
SEXTO DIA DE LA NOVENA
Los signos de los tiempos, signos de Esperanza: la paz, la vida, la inclusión de los descartados.
Y oí una voz potente que decía desde el trono “Esta es la casa de Dios entre los hombres: él habitará entre ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado […] ¡mira Yo hago nuevo todas las cosas…
Apocalipsis 21,3-5
Además de alcanzar la Esperanza que nos encamina decididamente hacia Dios, también estamos llamados a redescubrirla en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece. Por ello, es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia. En este sentido, los signos de los tiempos, que contienen el anhelo del corazón humano, necesitado de la presencia salvífica de Dios, requieren ser transformados en signos de esperanza.
El Papa Francisco pide, de manera apremiante, esperanza para los millares de pobres, que carecen con frecuencia de lo necesario para vivir. Frente a la sucesión de oleadas de pobreza siempre nuevas, existe el riesgo de acostumbrarse y resignarse. Pero no podemos apartar la mirada de situaciones tan dramáticas, que hoy se constatan en todas partes y no sólo en determinadas zonas del mundo.
La Esperanza cristiana se basa en la fe en Dios que siempre crea novedad en la vida del hombre, crea novedad en el cosmos. Nuestro Dios es el Dios que crea novedad, porque es el Dios de las sorpresas.
No es cristiano caminar con la mirada dirigida hacia abajo —como hacen los cerdos: siempre van así— sin levantar los ojos hacia el horizonte. Como si todo nuestro camino se apagase aquí en el palmo de pocos metros de viaje; como si en nuestra vida no hubiese ninguna meta y ningún desembarque, y nosotros estuviésemos obligados a un eterno vagar, sin alguna razón para nuestras muchas fatigas. Esto no es cristiano. Las páginas finales de la Biblia nos muestran el horizonte último del camino del creyente: la Jerusalén del
Cielo, la Jerusalén celestial. Donde todos seremos incluidos, no habrá descartados, todos hijos de Dios.
Tener el corazón vacío sin sueños, sin deseos es lo peor que le puede pasar al hombre Por eso es importante custodiar el propio corazón.
Pidamos a nuestro Patrono/a que sepamos descubrir en el rostro de nuestros hermanos al Cristo resucitado
SEPTIMO DIA DE LA NOVENA
San José, Padre en la ternura
»Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre».
2 Sam 7,14
Padre en la ternura
José vio a Jesús progresar día tras día «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Como hizo el Señor con Israel, así él “le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer” (cf. Os 11,3-4).
Jesús vio la ternura de Dios en José: «Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13).
La historia de la salvación se cumple creyendo «contra toda esperanza» (Rm 4,18) a través de nuestras debilidades. Muchas veces pensamos que Dios se basa sólo en la parte buena y vencedora de nosotros, cuando en realidad la mayoría de sus designios se realizan a través y a pesar de nuestra debilidad. Esto es lo que hace que san Pablo diga: «Para que no me engría tengo una espina clavada en el cuerpo, un emisario de Satanás que me golpea para que no me engría. Tres veces le he pedido al Señor que la aparte de mí, y él me ha dicho: “¡Te basta mi gracia!, porque mi poder se manifiesta plenamente en la debilidad”» (2 Co 12,7-9).
También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia. ( Papa Francisco,Patris Corde n° 2)
OCTAVO DIA DE LA NOVENA
Todos testigos de Esperanza por la corresponsabilidad misionera.
Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?». Ellos le respondieron: «Rabbí –que traducido significa Maestro– ¿dónde vives?». «Vengan y lo verán», les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
Juan 1, 35-40
El Papa Francisco nos enseña en este día la relación memoria y esperanza. En la memoria de los primeros discípulos llamados por el Señor Jesús quedó impresa de tal forma esta experiencia, que alguno incluso registró la hora: «Era alrededor de las cuatro de la tarde…» (Juan 1, 39). Jesús aparece en los Evangelios como un experto en el corazón humano. En aquel momento había encontrado a dos jóvenes en búsqueda, sanamente inquietos. Y Jesús, a través de todo el Evangelio, en todos los encuentros que tiene a lo largo del camino aparece como un «incendiario» de los corazones. De ahí, aquella pregunta suya que busca hacer emerger el deseo de vida y de felicidad: «¿Qué buscas?». También hoy Jesús sigue preguntando ¿Qué buscas en tu corazón?». Los dos
discípulos comienzan a estar con Jesús y enseguida se transforman en misioneros.
Fueron donde ellos y dijeron: «Hemos encontrado al Mesías, hemos encontrado un gran profeta»: dan la noticia. Son misioneros de ese encuentro. Se convierten en misioneros de esperanzas. El cristiano es un misionero de esperanza.
Roguemos por la intercesión de nuestro Patrono/a que encuentre a Jesús siendo testigo de esperanza.
NOVENO DIA DE LA NOVENA
La Esperanza en la Vida eterna
Por lo tanto, hermanos, alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración… Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo…
Romanos 12,12. 15,13
La Esperanza, junto con la fe y la caridad, forman el tríptico de las “virtudes teologales”, que expresan la esencia de la vida cristiana. En su dinamismo inseparable, la esperanza es la que, por así decirlo, señala la orientación, indica la dirección y la finalidad de la existencia cristiana. Por eso el apóstol Pablo nos invita a testimoniar de manera creíble y atrayente la fe y el amor que llevamos en el corazón; para que la fe sea gozosa y la caridad entusiasta; para que cada uno sea capaz de dar, aunque sea una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio
gratuito, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una semilla fecunda de esperanza para quien lo recibe.
Pero, ¿cuál es el fundamento de nuestra espera? Una de las razones de nuestra fe:
«Creo en la vida eterna»: así lo profesa nuestra fe y la esperanza cristiana encuentra en estas palabras una base fundamental. La esperanza, en efecto, «es la virtud teologal por la que aspiramos a la vida eterna como felicidad nuestra», faltan ese fundamento divino y esa esperanza de la vida eterna, la dignidad humana sufre lesiones gravísimas —es lo que hoy con frecuencia sucede—, y los enigmas de la vida y de la muerte, de la culpa y del dolor, quedan sin solucionar, llevando no raramente al hombre a la desesperación».
Nosotros, en cambio, en virtud de la esperanza en la que hemos sido salvados, nuestra vida se orienta al encuentro con el Señor de la gloria.
Pidamos a nuestro Patrono/a interceda para vivir por tanto en la espera de su venida y en la esperanza de vivir para siempre en Él. Es con este espíritu que hacemos nuestra la ardiente invocación de los primeros cristianos, con la que termina la Sagrada Escritura: «¡Ven, Señor Jesús!» (Apocalipsis 22,20)
FESTIVAL DE SAN JOSE
Organizado por la municipalidad de Yerba Buena

La parroquia será punto de venta de las entradas para el Festival de San José organizado por la Municipalidad.
Lo recaudado será a beneficio de la parroquia.
Oración a San José
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén


Procesión de San José
La procesión tendrá lugar el domingo 23 de marzo y partirá a las 18:30hs desde la sede parroquial y recorrerá las calles de nuestra comunidad como muestra la imagen llegando a la plaza del barrio 5 de octubre donde se celebrará la Santa Misa a hs20.

Recorrido
Desde el Templo Parroquial por Camino del Perú – Nicolás Avellaneda – Maipu, hasta esquina de la Delegación
Juan Bautista Alberdi – Batalla de Tucumán, pasando por Esc Sec. San José- Congreso de Tucumán- Av. central – Frías Silva, hasta Calle Teresa de Calcuta, por donde ingresamos a Bo Las Acacias – Calle Resistencia hasta Viedma, por donde ingresamos a la plaza 5 de octubre.
